El 11 de febrero conmemoramos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el impacto y las contribuciones de las mujeres en el ámbito científico y tecnológico. Pioneras como Marie Curie, Rosalind Franklin y Katherine Johnson rompieron barreras invisibles para abrir caminos que hoy inspiran a millones. Sin embargo, pese a sus logros históricos, muchas mujeres aún enfrentan obstáculos en el acceso a la educación STEM y en el reconocimiento de su trabajo. Este día es un recordatorio de que la equidad de género no solo es justa, sino esencial para el progreso científico.

La ciencia tiene el poder de transformar vidas, y cada niña que sueña con ser científica tiene el potencial de cambiar el mundo. Para lograrlo, es necesario fomentar la curiosidad desde una edad temprana, construir entornos educativos inclusivos y romper los estereotipos que limitan las aspiraciones de las niñas. Cada laboratorio, aula y empresa tecnológica debe ser un espacio donde las mujeres puedan aportar sus ideas sin restricciones. En la diversidad se encuentra la verdadera innovación, y al incluir más voces femeninas, avanzamos hacia soluciones más completas para los retos globales.

Este día no sólo celebra los logros del pasado, sino que siembra esperanza para el futuro. Cada acción que tomemos para visibilizar el talento femenino en la ciencia contribuye a construir un mundo más equitativo e innovador. Inspiremos a las nuevas generaciones a soñar en grande y a descubrir que, en la ciencia, no hay límites para quienes se atreven a imaginar lo imposible.